Samstag, 26. September 2015

El tesoro de la Librería Paulinas y una confesión sabatina

El día de hoy mi novia y yo habíamos planeado vernos en el Parque Fundidora poco antes de las cuatro de la tarde. Yo me encontraba todavía en el trabajo cuando ella me mandó un mensaje para avisarme de un cambio de planes, ya que ella no me vería hoy, sino que iría con sus tíos para asistir a una misa en honor de su mamá, que falleció hace casi un año. Le dije que no había problema y entonces yo decidí también cambiar mi rutina para el día de hoy.

Salí a las dos y media del trabajo. Tomé la ruta 134, donde dormí gran parte del viaje, para arribar al centro aproximadamente media hora después. Tras haber sacado efectivo de un cajero, caminé por las calles del centro para llegar a la avenida Pino Suárez, donde tomaría la ruta 1 para llegar luego a la parroquia de Il Asoiroir. Fue casi a medio camino, cuando iba por la calle Hidalgo a la altura de la calle Garibaldi, que recordé que posiblemente estaría abierta la librería Paulinas. Me decidí a cambiar de rumbo y asomarme a este lindo lugar.

Y acerté en mis pensamientos: la librería se encontraba abierta. Sin dudar entré y saludé a la religiosa que labora ahí. Ella misma fue quien me recibió y tomó mi mochila para guardarla en la paquetería. Me quedé unos pocos segundos viendo libros en la sección de "Espiritualidad", sin hallar algo sobre la Nueva Era. Seguí caminando y hallé algo para mi enorme sorpresa: la colección completa de la "Historia de la Iglesia Católica" de la gran editorial española BAC (Biblioteca de Autores Cristianos).


¡Por Dios! Se encontraban tan solo a unos centímetros de mí los cinco tomos de la colección que tanto anhelo poseer y disfrutar. Yo actualmente tengo los primeros dos tomos. El primer tomo lo conseguí en la librería Beityala, en Nibelünge. El segundo tomo lo encontré en la Feria Internacional del Libro de Monterrey 2014, hace casi un año, en el puesto de la Librería Parroquial de Clavería. ¡Qué grandes regalos de Dios!

Curioseé más libros. Decidí tomar dos libritos sobre novenas. Ambas son para cubrir mis necesidades anímicas y espirituales: "Novena para sanar de las ansiedades y nerviosismos" y "Nuestra Señora Desatadora de Nudos".


Hace unas semanas, cuando mi novia y yo pasamos días discutiendo a través del WhatsApp, y mientras yo buscaba una forma de reconciliarnos, ella sentía que yo la presionaba mucho y notó un excesivo interés mío sobre ella que me dijo que le daba miedo mi "obsesión". Me dio mucha pena leer eso sobre mí. Sé que sí me he comportado así con ella. Yo incluso hace dos fines de semana, cuando me desahogué frente a ella, le dije que yo tenía cierta ansiedad, que no me deja dormir.

Pero esa ansiedad la he tenido por mucho tiempo. Por muchos años mi mente nunca descansa, siempre buscando algún pensamiento, queriendo hacer algo, resolver algún problema. He sufrido de insomnio por bastantes noches. Sé muy bien que tengo que trabajar esto. Y qué mejor que pedirle directamente a Dios que me sane.

Poco antes de salir, recordé que necesitaba encontrar un documento eclesiástico. Aquél sobre la Nueva Era. Sólo recordaba parte del título en inglés: "Jesus Christ the bearer of...", sin poder recordar cómo terminaba. Se me venían a la mente las palabras "agua" y "vida". Utilicé mi celular y accedí al internet para aclarar mis dudas. El título es "Jesucristo, portador del agua de la vida".

Me acerqué a la linda muchacha del mostrador para preguntarle si tenían dicha publicación. La buscó en el sistema y me dijo que sí, que tenían seis copias y que tenía el número "155". Nos acercamos entonces al estante donde se encuentre todos los documentos pontificios y fui yo quien no tardó en hallar el librito que buscaba. Se me ocurrió indagar el documento de San Juan Pablo II sobre la teología del cuerpo pero no vi nada. Minutos después de encontraría pagando mis dos novena y este pequeño libro.


Ahora sí tengo mucho que leer y sobre qué informarme. Quiero conocer muy bien el tipo de cosas que podría estar mi novia aprendiendo en sus tantos talleres. No quiero que se pierda y crea en cosas contrarias a nuestra fe católica.

Al salir de esta librería, me dirigí hacia la avenida Pino Suáreaz, donde tomaría la ruta 1 para ir a Il Asoiroir a misa, específicamente a confesarme. Durante el trayecto comencé a leer el libro sobre la Nueva Era. Ya eran cerca de las cinco de la tarde. Cuando entré al templo había una misa para una quinceañera. Yo me senté casi atrás, del lado derecho de la asamblea, cerca del confesionario. Cuando se terminó la misa decidí sentarme en la banca que está puesta para los que buscan la reconciliación con Dios. A una señora que se encontraba ya sentada le pregunté a qué hora había confesión y me respondió que a partir de las seis de la tarde.

Pronto comenzó la siguiente misa, en esta ocasión ahora fue de una boda. Lo que pude notar fue que los novios eran muy jóvenes, probablemente más jóvenes que yo, y eso que yo tengo veintiséis años. Lo noté en el rostro del novio, muy delgado, sin muestras del paso de los años, y por las jovencitas que eran las damas. Éstas poseían cuerpos delgados y esbeltos, rostros juveniles. La novia se veía más grande por el maquillaje, pero en sí eran todos muy jóvenes.

Pocos minutos después fue un sacerdote al confesionario y en menos de quince minutos yo ya me encontraba nuevamente con la gracias de Dios. A pesar de haberme confesado, no me quedé a escuchar la misa completa. Nadie me lo impedía, pero no me sentía a gusto en una boda. Así fue que me salí y me dirigí a la avenida Garza Sada donde tomaría la ruta 1 para luego, sobre la misma avenida, más adelante tomar la ruta 211 York y arribar a mi casa.


Originalmente tenía pensado ir al Parque Fundidora, indagar sobre los eventos culturales de Las artes a la calle y del Tour de cine francés en la Cineteca, pero como presentía que mañana no iría a ninguno de esos eventos con Majeaux, mejor quise ahorrarme tiempo y energías y me fui directo a la casa.

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