Sonntag, 6. September 2015

Majeaux Mará. Cita #28: Nuestra primera misa juntos. Tarot, mentiras y miedos

Hoy fue mi día de descanso. Esta semana trabajé de noche y justamente hoy en la mañana salí del trabajo. Fui directamente a la casa. En unas pocas horas después mi novia se encontraría en su taller sobre tarot terapéutico, sabiendo muy bien que ella me había mentido, diciéndome que era sobre PNL (Programación Neuro-Lingüística).

En la mañana me bañé, lavé algo de ropa y me distraje hasta que después de una o dos horas me dio sueño y me quedé dormido. Estando todavía sobre la cama, tomé varias veces el celular para mirar la hora y ver si tenía mensajes recibidos de mi novia. Cerca del mediodía abrí los ojos y vi que ya tenía unos pocos mensajes de Majeaux. Me había dicho a mí mismo que ya me levantaría para arreglarme y comer, pero mis esfuerzos fuero casi nulos y me quedé una o dos horas más dormido.

Ya me levanté después de las dos de la tarde. Me bañé y me arreglé. Pedí pollo estilo Sinaloa para comer junto con mi mamá, mi tía [Paty] y mi hermana Adgrielle. Durante la comida mi mamá y mi hermana me preguntaron sobre mi novia. Me comentaron que me notaron muy enojado estos días pasados, y que apenas me había contentado. Claro que eso dependía de que mi padre estuvo de visita en la casa esta semana, además de que yo descubrí que mi novia me había mentido. Después de esto me volví a molestar, recordando todos estos malos detalles.

Ya habiendo disfrutado de una enorme comida y estando satisfecho, descansé unos pocos minutos y me alisté para salir ahora sí hacia Il Asoiroir. Me despedí de mi tía y de mi mamá, diciéndoles que llegaría ya en la noche. Fui a tomar el camión y tomé la primera ruta que pasó, la 225 Huinalá. Minutos más tarde, cerca de las cinco y media de la tarde me encontraría en el centro de Harlzbornn, sobre la avenida Pino Suárez y Colón. Ahí tomé la ruta 1 Tecnológico y me dirigí hacia mi destino.

Arribé al terreno de la parroquia poco después de las seis de la tarde. Pero antes de entrar al templo, quise entrar a la librería de éste. Quise buscar si había algo sobre la Nueva Era, pero prácticamente no encontré nada, a excepción de un título que se acercaba más o menos a lo que yo buscaba. "El secreto de Oriente". Lo hojeé un poco, y mencionaba muchas cosas sobre la yoga, pero también referencias bíblicas. Se explicaban varios detalles de esta actividad. Se me hizo interesante, más que nada para entender las cosas que mi novia realiza. Aún así, no habían opciones sobre estos temas, por lo que me decidí preguntarle a las damas del mostrador si tenían más libros sobre la Nueva Era.

La primera mujer que me respondió, que aparentaba más de cincuenta años de edad, mostrándose ocupada atendiendo una llamada telefónica me dijo que aquí no tenían libros de eso, que solo libros católicos. La entendí perfectamente, aunque me faltó darme a explicar. La segunda mujer, que aparentaba menos años, debido a que estaba muy bien vestida y arreglada, me preguntó qué era la nueva era. "¿New Age?", me preguntó, seguramente porque así lo ha escuchado más comúnmente. "¿Como qué viene siendo? ¿Cómo la dianética o cientología?", volvió a preguntarme esta guapa mujer. "Pues no sé mucho de ella, pero seguramente Tom Cruise sabrá algo", dijo cómicamente.

Fue entonces que me atreví a preguntarle, con lágrimas en mis ojos, cómo convencer a alguien de que las prácticas de la Nueva Era son incorrectas. Ella me dijo que exigirle y mandarle a nuestro Dios algo, eso está mal. Uno no puede decirle a Dios qué ser o qué hacer. Le agradecí su respuesta y prometí otro día regresar. Me encontraba triste, pensativo, muy preocupado y temeroso.

Poco antes de entrar a la iglesia, le mandé un mensaje a Majeaux, diciéndole que ya estaba en la parroquia y que la esperaría adentro, que tendría el celular apagado y lo volvería a prender cerca de las siete de la tarde. Entonces apagué mi celular y finalmente entré al templo, el padre se hallaba exponiendo la homilía, y lo primero que hice fue hacer fila para la confesión.

La misa terminó, eran pocos minutos antes de las siete de la tarde y prendí mi celular. Yo seguía haciendo fila para la confesión, aunque quedaban menos de cinco personas antes de mí. Cuando mi celular se terminó de iniciar recibí los mensajes de mi novia, diciéndome que ya se encontraba afuera de la iglesia. Poco después la vi asomarse dentro del templo pero sin poder hallarme y entonces salió. Ya no le quise llamar ni contestar y quise esperar a que ella me encontrara finalmente. Y así fue.

Cuando su vista se dirigió al rincón donde se halla el confesionario, la vi y la saludé. Ella se acercó y al voltear a su derecha, tras unos breves segundos, reconoció que mi intención era confesarme, por lo que me dijo que me esperaría en una banca cercana. Yo no quería que ella estuviese separada de mí y le pedí que se sentara a mi lado, en la fila.

Platicamos un poco. Le pregunté sobre su taller. Yo sabía muy bien que era sobre tarot, lo cual me aterraba, ya que ella me había dicho que era sobre PNL. Para mi fortuna y gran deseo, la siguiente misa comenzaba hasta las siente y media de la tarde, o sea en media hora, y en el intervalo se reza el rosario. ¡Qué hermoso! Así fue como por primera vez rezamos el rosario juntos.

Luego me tocó pasar al confesionario. El sacerdote ya me conoce muy bien de vista y me imagino que ya recuerda cada que me ve cuáles son mis pecados. Así que se puede decir que ya hay confianza. Pero esta vez, por todo lo que ha pasado por mi mente y mi corazón, mis lágrimas no tardaron en salir apenas entré al confesionario. Pedí perdón a Dios por mis faltas. Mi aliento se iba. Mis lágrimas no eran por mis pecados, sino por la situación con mi novia.

Al final le pregunté al padre "Padre, ¿cómo puedo convencer a alguien de que las prácticas de la Nueva Era están mal?". El sacerdote se me quedó mirando y me respondió tras un suspiro, "Trae a esa persona a la Iglesia, acércala". Mejor consejo no me pudo dar, aunque esperaba más de su respuesta. "No es algo que se razone" me dijo, poniendo su dedo índice en mi cabeza, "sino algo que se experimente", moviendo ahora su dedo a mi pecho, cerca de mi corazón.

Entonces le agradecí, secando mis lágrimas, recobrando el aliento y nos despedimos. Saliendo del confesionario mi novia se acercó y nos tomamos de la mano. Fui yo quien la dirigió a una banca y nos sentamos en la esquina de ésta. Seguimos rezando junto con los fieles presentes el rosario. Yo me seguía sintiendo nervioso. Ella seguramente me notó "raro". Poco a poco fui recobrando la paz. Me sentí tan bien al escuchar a mi novia rezar el rosario, junto conmigo, en la iglesia, en la casa de Dios. ¡Qué hermoso!

Después de esto, cerca de las siete y media de la noche, terminamos toda la asamblea la oración del rosario y comenzó entonces la misa. ¡Por fin nuestra primera misa juntos! Todo marchó con tranquilidad. Escuchamos las lecturas, el Evangelio, nos dimos la paz con un beso y fui a comulgar, mientras ella se quedó sentada, haciendo oración, reflexión o comunión espiritual. Al final de la misa dieron los típicos avisos de los grupos juveniles, sorteos, y hubo una intervención muy graciosa de una botarga en forma de Minion.

Salimos del templo, y nos dirigimos a la calle de 2 de abril, donde había dejado ella estacionado su auto. El recorrido sería su habitual "zona de comodidad", yéndose todo derecho por esta calle, pasando por la colonia Nuevo Repueblo, Independencia, hasta la altura de la avenida Cuauhtémoc, para más tarde irse por la Calzada Madero y más tarde dar vuelta en Churubusco sobre Miguel Alemán.

En el trayecto fuimos platicando sobre su compañero del trabajo [Otoniel] y su amiga [Beatriz], quienes ella considera que formarían bonita pareja. Ella ha venido siendo para ellos su Cupido. Majeaux, entre la plática sobre ellos, reconoció algunas cualidades de su compañero, como su gran habilidad con las mujeres, además de haberse referido a él, aunque jugando, como su mejor "amiga". ¡Su mejor! ¡Cómo no tener envidia cuando yo no soy su mejor!

También le platiqué de cosas de mi trabajo, de la rutina, de aburrimientos. Y cuando nos acercábamos a nuestro destino, ella finalmente soltó la verdad, ¡a medias! Yo ya sabía que ella había tomado un curso de tarot terapéutico, cuando ella me había dicho dos días antes que era sobre cosas del subconsciente. Me dijo que tomaría, como si se tratase del futuro, un taller de tarot. Claro que no escondí mis pensamientos ni mis temores.

Le pedí que fuera cuidadosa con todas esas cosas. Expresé mis debilidades y miedos. Casi al llegar a su colonia, se estacionó y me desahogué un poco, sin llorar pero reteniendo unas pequeñas lágrimas en mis ojos. Le dije que la quiero mucho. Que no quiero que se pierda en esas cosas. Ella, muy segura y con semblante tranquila y su voz madura, me dijo que no estaba perdida, que estaba aquí conmigo, recibiendo una caricia en la cabeza.

Tras unos minutos de mostrarme débil y miedoso, la abracé, como siempre siendo yo el que se inclina hacia ella. Me despedí de ella, con un beso trémulo y me despedí de ella. Salí de su auto y no volteé hacia atrás. Ella siguió su camino a su hogar. Yo esperé entonces el autobús llegara para así arribar yo a mi casa. Me sentía muy triste y preocupado. Triste porque mi novia me mintió, preocupado porque veo cómo ella sigue involucrándose en actividades de la New Age. ¡No la quiero perder!

0 Comments: